LA LLEGADA DE LOS CONQUISTADORES
Hace ya quinientos veintiocho años que los conquistadores europeos pisaron el territorio que hoy conocemos como Continente Americano y decidieron imponer su proyecto de vida. Como todo imperio, por naturaleza y en este caso europeo, desplegó toda su fuerza y poderío militar, sus valores, organización social, ciencia, religión, economía, educación, arte. En el fondo, el mundo con el que se encontraron estaba vacío de la sustancia europea y resultaba apetecible.
El imperio llegaba para conquistar e imponer su proyecto existencial que se consideraba a sí mismo como el verdadero y único sujeto de la historia que él mismo escribía. Al mismo tiempo tenía la convicción de que había sido elegido por la divinidad para llevar a cabo esta gran empresa.
La diversidad y multifacética población que habitaba este continente no fue reconocida en su identidad. Sus Dioses debían diluirse o rendirle pleitesía a la nueva religión: «la occidental y cristiana».
Pero el territorio no estaba vacío. En América del Sur, por ejemplo, «estaba habitado por pueblos donde la familia era el pilar básico de la organización comunitaria. Será la familia extendida en los Guaraníes, Tehuelches y Mapuches, nuclear y extensa en los Diaguitas, Omaguacas y Atacamas. El culto a la madre tierra (Pachamama) es el eje central de la economía de los pueblos del NOA.
El pueblo trabajaba en actividades agrícolas, ganaderas, textiles y metalúrgicas. El Pacto como institución entre iguales es pilar de la organización familiar y herramienta fundante de las relaciones política internas y externas, aliándose para faenas económicas y para la guerra.
El sincretismo religioso y el mestizaje preexisten a la colonización española. La armonía con la naturaleza es el legado ecológico que nuestra personalidad biológica y culturalmente mestiza debe asumir» (Proyecto Umbral, pág. 26)
En este contexto afirmamos que debemos denunciar la injusticia de la conquista, como al mismo tiempo, es imprescindible definir un proyecto liberador que nos incluya a todos sin distinción. Recuerdo el pensamiento del maestro Gustavo Cirigliano: «O trabajamos en un proyecto que nos pertenece y lo desplegamos con fervor y entusiasmo o vivimos en el proyecto de otro»
Secretaría de Educación